En la columna pasada reflexionaba sobre el antes de que el cuerpo se enferme, sobre esas señales que te envía el cuerpo para procurarlo y la importancia de conocernos para saber cómo cuidarnos. Hoy quiero ponerte sobre la mesa el momento en el que el cuerpo se encuentra enfermo y requiere atención.
Todas las enfermedades tienen su historia, evolución y tratamiento, y con frecuencia siendo pacientes desconocemos mucho de lo que nos sucede al enfermar, no siempre buscamos al especialista adecuado, ni nos apegamos al tratamiento que requerimos para superar ese momento, e incluso vamos más allá, nos sobre exigimos el “estar bien” o el continuar en operación de nuestras actividades, aún enfermos.
Si bien, mantener una actitud positiva ante la enfermedad es fundamental en la recuperación, hay quienes promueven y se mantienen en un estado “como si” no estuvieran pasando por la experiencia de la enfermedad, y ¿no sería esto una especie de desconexión o de auto maltrato que valdría la pena valorar y revisar? ¿Qué sucedería si aceptamos que somos humanos y que enfermarnos es parte de serlo?
Si a un auto se le poncha la llanta aunque continúe en movimiento en algún punto dejará de funcionar, y ningún pensamiento positivo o mágico podrá hacerlo funcionar hasta llevarlo al taller y solucionar todos los desperfectos. Hay quien se enferma y continúa, y continúa, y continúa, es como si no pudiera parar, ¿en qué pensamos cuando nos enfermamos? ¿Nos “permitimos” estar enfermos? ¿En quiénes pensamos cuando nos enfermamos? ¿Por qué no podemos bajar la marcha y atendernos?
Y no sólo es que nos cuesta aceptar que nuestro cuerpo puede enfermarse y hay que atenderlo, también nos cuesta mucho dejarnos cuidar y acompañar, es como si en algún lado nos hubieran vendido la idea de que solos podemos salir de todo, que es más heroico, que no necesitamos nada de nadie y no queremos causar molestias, y entonces aparece la frustración, la sensación de soledad, de abandono, de impotencia, pero ¿por qué seguimos empeñados en pasar por los malos ratos solos? ¿Qué nos detiene para dejarnos cuidar por un momento?
Apegarnos al tratamiento, darle seguimiento, aceptar que nuestro cuerpo tiene la capacidad para enfermar y para sanar, delegar y dejarnos cuidar, priorizar la recuperación por encima de otras cosas y no tiranizarnos, exigiéndonos de más para seguir en la carrera loca de las ocupaciones mientras nos encontramos enfermos, puede hacer una gran diferencia en la recuperación y también en la construcción del amor propio.
Si tú fueras un gran cuidador, ¿cómo te tratarías en la enfermedad?