Es real, ¡por fin se acabó 2012! Un año que para muchos, representó retos y aprendizajes profundos derivados de procesos complicados y complejos. ¡Por fin se acabaron las fiestas decembrinas! Y ahora sí, lejos del entusiasmo desmedido provocado por los festejos, las luces, los brindis y las vacaciones, valdría la pena sentarnos a conversar con nosotros mismos y revisar los propósitos o proyectos para éste 2013.
Algunos expertos en planeación recomendarían hacer el planteamiento de propósitos, proyectos, metas y objetivos en junio-julio para el año entrante (como quien dice, ya vamos tarde) con la intención de poder considerar los recursos necesarios y los factores involucrados para el éxito de los mismos con tiempo, sin embargo, el hecho de que sea un “nuevo año” se nos antoja a “nuevo principio” motivándonos a querer hacer nuevas cosas aprovechando la coyuntura y los buenos deseos de todos aquellos que nos envían mucha luz, armonía, buena vibra, etc., etc., etc.
En este “nuevo comienzo” es posible que te encuentres con los propósitos “clásicos” (bajar de peso, dejar de fumar, ahorrar, hacer la tesis, cambiar de trabajo, estar más con la familia, etc.); aquellos que año tras año anotas y que nunca cumples porque siempre hay algo “más importante” o “urgente” o porque “se te fue el tiempo”; y también están los que no cumpliste el año pasado y que consideras ahora sí realizarlos porque son una “buena idea” (o al menos todo mundo lo dice), pero un poco aparte de todos ellos te propongo las siguientes preguntas: