Categoría

Desarrollo Humano

Categoría

¿Quién no conoce al Sr. Scrooge? Aquel hombre avaro, metido en su trabajo y con pobres relaciones personales, personaje principal del cuento clásico de esta temporada decembrina de Charles Dickens: “Cuento de Navidad”.

Recientemente me encontré con él a partir de una versión para niños que nos compartió la maestra de mi hijo mayor y me quedé reflexionando lo que ahora, con pretexto de las fiestas navideñas, quiero compartir en estas líneas.

El Sr. Scrooge, a partir de la visita de unos fantasmas quienes le llevan a visitar tres momentos diferentes de su vida, tiene la oportunidad de darse cuenta de los errores que ha cometido y “cambiarlos” antes de que sea demasiado tarde.

Si a ti te visitarán estos fantasmas ¿qué encontrarías de ti?, ¿notarías que hay algo qué cambiar? Pasado el susto de la visita sobrenatural, ¿qué podrías recordar de las fiestas decembrinas pasadas?

A veces andamos desprevenidos y de repente nos encontramos metidos en una conversación poco amigable o entablamos relación con alguna persona cuya principal tarea es quejarse de la vida, los acontecimientos y de lo que sucede en su existencia o, incluso, nos topamos en alguna red social con un comentario insidioso que nos molesta y activa el botón de “contestar para callar bocas”… remolinos de polvo.

Hay personas, situaciones y conversaciones que son como remolinos: te atrapan, no te sueltan y dejan detrás de sí no sólo cabelleras despeinadas. No siempre es claro y evidente lo que son, porque no empiezan como remolinos totalmente formados que a simple vista puedes identificar, sino frecuentemente son apenas ligeros vientos, imperceptibles, y un poco de polvillo que corre en círculo juguetonamente cuando nos topamos con ellos, pero nada más toman velocidad y ¡agárrate!

¿Quién quiere una revolcada de tierra y viento que lo deje hecho un polvorón humano? Nadie, y sin embargo nos enganchamos en conversaciones y situaciones con personas que nos restarán energía, nos dejarán con mal sabor de boca y gastarán nuestro valioso tiempo. ¿Te ha pasado?

¿Alguna vez te has puesto a realizar un proyecto y de repente “se te sale de las manos”?

Si tuviéramos la oportunidad de evaluar nuestra vida como la consecución de pequeños proyectos a corto, mediano y largo plazo, podríamos observar con claridad aquellos que requirieron más recursos de lo esperado; tal vez necesitaron más tiempo, más apoyo, una estrategia diferente, un tratamiento distinto o, incluso, un replanteamiento.

¿Cuántas veces nos damos tiempo para analizar la manera en la que operamos nuestros proyectos?

Hay quienes por personalidad, crianza o (de) formación profesional cuentan con más herramientas, estructura, orden o ideas para realizar ciertos proyectos con más éxito, menos imprevistos y con optimización de recursos. Sin embargo, todos podemos aprender de nuestras experiencias si nos damos la oportunidad de mirar con lupa de “¿cómo puedo hacerlo mejor?” y afinamos nuestras habilidades de operación, toma de decisiones y resolución.

¿Cómo podría sería un buen fondo para los imprevistos de la vida y sus proyectos?

Me gustan los cuentos, me parecen un excelente recurso para detonar la reflexión y el análisis, y siempre que tengo la oportunidad recurro a ellos para abrir o cerrar alguna actividad y por lo general incluyo la frase “los cuentos son para dormir a los niños y despertar a los adultos” (si no mal recuerdo la frase es de Jorge Bucay, a quien también le gusta utilizar el cuento como recurso no sólo didáctico sino terapéutico).

Por este gusto hacia los cuentos es que me sentí atraída a la serie “Once upon a time”, que en español titularon como “Érase una vez”, y que enlaza a través de sus capítulos varios cuentos de hadas, siendo una propuesta interesante en muchos sentidos, entre ellos el manejo de los personajes y sus historias, aquí cabe aclarar que no soy experta en series y mi opinión está lejos de ser una crítica especializada, pero me gustaría compartir la siguiente reflexión a partir de un capítulo que recién vi de nueva cuenta.

¿Recuerdan a los siete enanitos de la historia de Blanca Nieves? Bueno, pues en uno de los capítulos cuentan la historia de uno de ellos y de cómo hasta el nombre se cambió después de una triste experiencia. En la serie, Dreamy (soñador) se enamora de una aspirante a hada madrina y hacen planes en los que sueñan recorrer el mundo juntos, sin embargo el hecho de que uno sea un enanito y la otra un hada dificulta las cosas, para no hacer el cuento largo, a él lo convencen de que esa relación no puede ser y termina con ella, y en el momento que se ve que la amargura se está instalando en su roto corazón cambia su nombre por Grumpy (gruñón).

¿Cómo fue que un enanito soñador se transformó en gruñón?

Hay momentos difíciles que nos ponen a prueba y no siempre salimos triunfantes, simplemente algo falla o no quedamos conformes con el resultado, entonces comenzamos a cuestionarnos con el propósito de aprender de la experiencia (porque nos han dicho que de todo se aprende) pero de tanto darle vueltas podemos caer en el pozo sin fondo de la crítica malsana o del juicio negativo, ese en el que lejos de observarnos para saber en qué mejorar nos devuelve una idea negativa, distorsionada y falsa de quienes somos o de lo que podemos hacer.

Y es que en algún momento aprendimos que la autocrítica es necesaria y entonces, sin cuidar la manera en la que nos dirigimos a nosotros mismos, realizamos un ejercicio en el que nos miramos y no salimos bien parados, incluso podemos llegar a ser tan duros y ponemos la vara tan alta que nos vemos y nos hacemos sentir lo peor de lo peor.

No es una mala vida, tal vez sólo es un mal día… y una mala noche… y una mala temporada… Probablemente sólo sea que llueve sobre mojado; hace bastante tiempo que nos encontramos resistiendo sin saber cuándo terminará la tormenta.

Podríamos asegurar que no es una mala vida, pero es que hay días que se sienten tan largos y pesados que parecen no acabar, o más bien parecen querer acabar con uno. Hay temporadas así, en las que se acaba física, mental y emocionalmente agotado.

¿Cómo ser amables con uno mismo y los demás bajo estas circunstancias? ¿Cómo reiniciar la vida?

 

Es difícil ponerse creativo y amoroso cuando el cerebro quedó fundido de resistir. Quizá lo primero es asumir sin juzgar cómo nos encontramos y respirar, reflexionar sobre lo que se hizo y reconocernos en nuestra vulnerabilidad, cansancio y necesidades desatendidas.

Escuchar a nuestro cuerpo en sus señales de alerta, que nos indica que necesita un cambio, un apapacho, algo caliente, una caminata, una siesta, una visita al médico, etc.

Escuchar a nuestro corazón que le urge encontrarse con la gente que ama y que lo ama para cargar pilas y recordar que aún en los peores momentos no se está realmente solo.

Detener la mente para trabajar con los miedos y enojos que desatan tormentas en nuestro interior y ensombrecen aún más los días largos y demandantes.

Hacer un recuento de los daños o los efectos colaterales y ponernos en marcha para “repararnos”, atendernos y curarnos; y es que si no hacemos esta pausa para revisarnos, la factura, con el tiempo, puede ser muy alta, incluso imposible de pagar.

Aunque parezca que la vida sigue a gran velocidad y que no puedes parar, date un minuto para regresar a ti y escanearte. ¿Qué necesitas ahora para sentirte un poco mejor? ¿Qué has hecho en el pasado que te ha funcionado para tomar energía y continuar?

Todos tenemos formas distintas de afrontar y sentirnos mejor cuando las cosas no van bien. No a todos nos funciona lo mismo; sin embargo, observar cómo las personas a nuestro alrededor logran “retomarse” para fortalecerse y seguir adelante, puede ampliar nuestro horizonte de opciones, y sólo es cuestión de animarse a intentar algo diferente y preguntarse cómo se ha sentido con eso.

Antes de romperse total y absolutamente sin remedio, se escucha cómo se quiebra el cristal. También nosotros tenemos “voces” de alerta que nos indican que debemos detenernos para armarnos otra vez, ser amables con nosotros mismos y no dejarnos para después.

Hemos aprendido a persistir, insistir y resistir, a dar lo mejor hasta el final para no quedarnos con la espinita de que “fue por nosotros” que algo falló y no funcionó, e incluso cuando alguna relación nos hace daño podemos darle no sólo una oportunidad, sino una segunda, tercera y tal vez, hasta séptima oportunidad, porque “por nosotros no va a quedar” o “tal vez, sólo sea cosa de echarle ganas”.

La permanencia en una relación que nos lastima en ocasiones tiene que ver con una falta de amor propio, en otras con ingenuidad, falta de malicia, desconocimiento, o también como resultado de un aprendizaje en el que el maltrato es la constante y lo “normal”, lo que eleva la tolerancia a situaciones que de otro modo no se aceptarían; cada caso es diferente sin embargo las banderas rojas que indican que algo no va bien van apareciendo y más valdría tomar aire y atenderlas.

Pero no siempre es tan sencillo como parece. Alejarse y tratar de ponerse a salvo puede convertirse en una batalla interna para la cual es probable que no se tengan las herramientas o la fuerza para salir triunfantes; desde fuera y sin estar involucrados, incluso desde la propia experiencia, parecería fácil agarrar valor e irse y por ello se emiten opiniones que lejos de apoyar o empatizar con la persona que está en el mal momento, la re victimizan al hacerla responsable del abuso o maltrato que está viviendo.

Estamos a dos meses de que termine el 2020 y seguimos en contingencia por el tema de la COVID-19; cualquier pronóstico se ha quedado corto y el desgaste por toda la situación ya empieza a sentirse, quizás por la proximidad del cierre del año y las fiestas decembrinas.

A estas alturas casi todos, en algún momento, hemos querido “tirar la toalla” y gritar “¡ya basta!”; sin embargo, estamos resistiendo de una u otra forma.

No sabemos cuánto más durará todo esto, la incertidumbre se ha convertido en el tema de fondo de nuestros días y el cansancio nos ha vuelto irritables, irascibles e, incluso, en personas desconocidas, que nos sorprenden con sus reacciones y conductas que bajo otras circunstancias serían inimaginables.

¿En qué nos convertimos mientras vivimos la pandemia?

“Lo importante es que tenemos salud” escuchamos decir en algunas ocasiones a modo de respuesta ante preguntas incómodas o a las cuales no queremos contestar, y así nos salimos por la tangente, sin embargo en tiempos de Covid-19 habría que preguntarnos si realmente es cierto que tenemos salud.

Con frecuencia creemos que porque no nos duele algo es que estamos sanos o si nos duele poquito y con un analgésico la libramos, quiere decir que no estamos enfermos, sin embargo pasamos de largo no sólo las señales amarillas y rojas de nuestro cuerpo que nos urge en mantenerlo en buen estado. Y es que no sólo se trata de no estar enfermo de gravedad, sino de estar en óptimas condiciones, de procurarnos un estilo de vida que nos permita estar a nuestro yo del presente y a nuestro yo del futuro en el mejor estado físico, mental y emocional que sea posible.

Pero, ¿qué es lo que sabemos sobre cómo cuidar de nuestro cuerpo?, ¿lo que sabemos, es real, está actualizado? Y a pesar de lo que sabemos ¿qué tanto cuidamos de él?

Dicen que nada está realmente (ni para siempre) oculto bajo el cielo, pero nuestros pensamientos ¿están tan a la mano? ¿Es posible ver lo que pensamos?

Nuestros pensamientos se manifiestan en acciones, en las decisiones que tomamos, el estilo de vida que optamos, la forma de nuestras relaciones personales y como nos relacionamos con nuestro entorno, todo eso nos va dando pistas respecto a lo que pensamos de nosotros, de los otros, de la vida, de cómo creemos que son las cosas, así que sí, podemos ver lo que pensamos.

Te propongo sentarte tranquilamente y observar como si estuvieras en el cine, esa “película” que pone en evidencia tus pensamientos.

¿Cómo son tus mañanas y el inicio de actividades? Son mañanas que te dan energía, te llevan a alcanzar tus metas o desde el principio del día ya estás con una losa sobre la cabeza y la espalda y todo lo que quieres es que acabe pronto para irte a dormir otra vez.

Pin It