“Siempre el pasto del vecino es más verde” reza el dicho popular. En tiempos en los que las casas tenían patios y jardines, y uno salía a dar la vuelta, porque no había mucho que hacer o había tiempo para pasear, uno miraba el pasto del vecino y siempre, en comparación con el nuestro, parecía más verde.
Dependiendo de cómo seamos, rondaran preguntas, pensamientos, emociones y acciones respecto al pasto “más verde del vecino”, las posibilidades son infinitas (claro, unas más positivas en sus efectos que otras):
Habrá quien admire el pasto y deje pasar el asunto, quien investigue qué hacer para que su pasto luzca igual, quien se haga amigo del vecino para disfrutar de ese pasto, quien por la noche vaya a podarlo o a rociar veneno para que deje de crecer más verde, quien se dedique a correr el rumor de que fue con malas artes que el vecino logró ese pasto más verde, quien evitará caminar por esa acera para no mirar el pasto del vecino, etc., etc., etc.
Gracias a la tecnología ahora ya no son “pastos”, sino “muros” y ya no tienes que salir de casa para ver el “pasto del vecino”. Cualquier día y hora, desde la comodidad de tu casa, o la oficina, o donde quiera que puedas conectarte al Internet puedes “mirar” los “pastos” de tus vecinos, amigos, familiares, compañeros de oficina o colegio.
Y entonces parece que el pasto ajeno es aún más hermoso que antes (con la excepción de aquellos que publican puras tragedias, quejas o basura emocional): todo mundo está viajando, divirtiéndose, amando, teniendo hijos y disfrutándolo, siendo muy inteligente, teniendo un gran trabajo, una gran familia, una gran conexión con Dios, comiendo en lugares increíbles, corriendo aventuras, viéndose y sintiéndose increíble, siendo felices, etc., etc., etc.
Y ahí estas enfrente de la computadora, un día de esos en los que crees que el sol no salió para ti, despeinado, en pijama, solo, comiendo lo último que quedo en el refri, con deudas, con dudas existenciales, laborales, corporales y familiares, disgustado con la vida, con tu entorno y con todos, viendo esos hermosos “pastos”.