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Mamá sin instructivo

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Con cierta ingenuidad antes de tener hijos podría uno llegarse a preguntar ¿qué tan difícil puede ser alimentar a un pequeño ser humano? Y al ver la cantidad de información sobre lactancia materna puede uno pensar que el asunto es realmente sencillo, tanto como es que el bebé tiene hambre pues te lo pegas al pecho y a comer se ha dicho, sin embargo, las cosas en este tema no son tan simples sobre todo, cuando llegan los consejos, críticas y afrentas no solicitadas en torno a esta nueva etapa.

Vivimos en un mundo en el que ciertos temas son susceptibles de polarizarse y radicalizarse, y parece que en los temas relacionados a mamá-bebé hay una facilidad para ello impresionante, el caso de la crítica en el periodo de lactancia es uno de ellos.

Te invito a leer mi colaboración para MomMom en

https://www.mom-mom.org/ok-mom/ok-mom-soy-mom-rules/mama-en-proceso-de-lactancia-las-criticas-no-solicitadas/

¿Cuánto tiempo ha pasado desde el último momento en que te diste tiempo para ti?

El trabajo maternal suele ser de alta demanda y requiere completa disponibilidad. Te llega a absorber de maneras insospechadas y cuando menos te das cuenta ya llevas demasiado tiempo sin hacer una pausa, sin tomar aire, sin mirarte, sin procurarte.

Es como si todo fuera a gran velocidad que ni cuenta te das. Sin embargo, hay que estar atentas a esas señales que van indicando la urgencia de hacer un espacio para una pausa.

Te invito a leer mi colaboración para MomMom en

https://www.mom-mom.org/en-camino/mama-tambien-necesita-su-tiempo-y-espacio-colaboracion/

 

 

¿Qué sabe uno de ser padre o madre?

Tal vez pueda uno tener algún tipo de información previa o referencias por los pequeños familiares, muchas fantasías y sueños de cómo son los hijos y de cómo es ser padre o madre y aún más, altas expectativas de cómo seremos nosotros ejerciendo la paternidad o la maternidad.

La realidad supera toda información previa, toda expectativa, todo sueño. Ser papá o mamá es una experiencia que muchas ocasiones desborda, descontrola nuestras rutinas, rompe nuestros límites físicos y emocionales, reta nuestras creencias y prejuicios, nos confronta con nuestra historia personal y familiar, con nuestros miedos y fantasmas, nos cuestiona quienes somos y quienes podremos ser, y ni siquiera es así por tener un hijo con alguna necesidad especial o bajo circunstancias complicadas, es el día a día que te prueba.

Depresión Posparto

 
Todas visualizamos e idealizamos la maternidad como un día soleado con helados, sin nubes y alegres risas, veinticuatro siete; sin embargo no siempre lo es. En especial, los primeros meses, en los que tratamos de encontrarle el modo al recién llegado pueden ser más bien como subirse a la montaña rusa…y sin cinturón de seguridad.
 
Y es que hay cosas que nadie te cuenta, (y a veces aunque te las cuenten podrías creer que exageran) por ejemplo, que pudieras sentirte muy triste y sin ganas de cuidar a ese bebé que tanto esperas, o que las lágrimas se te escapan bajo cualquier circunstancia o, en el peor de los casos, que podrías tener unas ganas desesperadas de salir corriendo y no regresar.

Dada la proximidad del “Día del padre” me di a la tarea de buscar alguna frase para una tarjeta de felicitación, después de buscar y buscar no encontré algo que me gustara, algo que describiera a esos papás que conozco y que admiro, a esos papás que a pesar de los convencionalismos sociales que aún existen, miedos personales y demás obstáculos, se han sumergido al 100% en el tema de la paternidad.

En una tienda de decoración de fiestas le pregunté a la vendedora si tendría algo para el “Día del padre” y de principio amablemente me dijo que aún no tenían nada, pero al insistir en cuándo llegaría el material me sonrió con una mezcla de sorpresa, ternura y sarcasmo y me respondió “no creo que llegue algo, la verdad ¿quién festeja a los papás?”.

Soy muy afortunada. Ni mi madre, ni mi suegra han metido su cuchara para opinar respecto a la crianza de Emiliano y mi marido ha sido respetuoso y prudente, por lo que hasta el momento hemos logrado tranquilamente coincidir en aspectos que nos son importantes para nuestro hijo, es el caso de la alimentación y el sueño.

Sin crítica ni opiniones todo ha sido más fácil, más no miel sobre hojuelas, hay tanta información sobre todos los aspectos de la crianza que es muy fácil perderse, confundirse y sentirse culpable por lo que uno hace o no hace.

Mi mamá cuando yo llegue al mundo sólo tenía de apoyo un libro que según recuerdo se titulaba “Su niño” publicado por Selecciones, herencia de su comadre, que consultaba cuando le surgía una duda, ella hacía lo que podía, lo que su intuición y sentido común le dictaban, estábamos ella y yo solas aprendiendo a ser madre e hija y creo que nadie opinó sobre si lo hicimos bien o no.

Ahora en mi turno de ser mamá, cualquier duda (por mínima que sea) puedo consultarla a San Google o San YouTube y estoy inscrita en grupo de mamás en una red social en la que es posible escribir no sólo las dudas sino compartir el día a día en esta experiencia de crear y criar seres humanos, ahora (afortunadamente) es posible coincidir con otras mamás solidarias que comparten lo que saben y lo que les ha funcionado con sus pequeños.

Yo aprendí a bañar a mi bebé y a usar el fular viendo un video en YouTube y leyendo ciertos post me alivia saber que hay otras mamás que les inquieta lo mismo que a mí; me reconforta saber que no estoy sola en esto de ser mamá en un tiempo como en el que vivimos y la gran parte del tiempo me siento acompañada.

Sin embargo, con tristeza me doy cuenta que vivir en un tiempo en el que hay tanta información disponible y se “comparte” tanto en las redes sociales, también tiene sus contras.

Siempre he creído que el sueño es sagrado, es el recurso que tiene nuestro organismo para repararse y seguir adelante, soy una convencida de que “sí amas a alguien, déjalo dormir”. Los investigadores del sueño dicen que dormir bien tiene múltiples beneficios: ayuda al metabolismo a funcionar adecuadamente, aumenta la resistencia física, reduce el estrés, combate la irritabilidad, el mal humor y la depresión; durante el sueño se fortalece la memoria, mejora la capacidad de aprendizaje y de concentración; el sueño favorece que produzcamos ideas nuevas y seamos más creativos.

No dormir bien tiene efectos contraproducentes: nos volvemos menos receptivos a las emociones positivas y aumenta la probabilidad de desarrollar depresión o favorecer la aparición de alguna enfermedad mental; la falta de sueño aumenta los niveles hormonales que no permiten mantener un peso saludable, además se debilita el sistema inmunológico dejando propenso al organismo a enfermedades; la afectación en la concentración y en la creatividad puede tener efectos en el tiempo de reacción y la toma de decisiones.

En conclusión, dormir es bueno para la salud física y mental, es vital para el ser humano; podría decirse que quien duerme mal vive mal.

En casi 35 años no había caído en la cuenta de que los bebés lloran, lloran mucho y casi todo el tiempo, no lo supe hasta que llegó Emiliano. Recuerdo vagamente en mis días de infancia a mi hermano cuando era pequeño que lloraba y lloraba, parecía que hacía berrinche por todo y sólo quería estar con mi mamá, en aquellos días me parecía tan extraño, no lo comprendía.

En algún momento llegue a ver a alguna mamá apurada y casi avergonzada en algún lugar público tratando de calmar a su pequeño que rompía con la tranquilidad con sus gritos y lloriqueos, tampoco entonces comprendí que sucedía. Mi escasa experiencia y convivencia con niños no me dejó anticipar lo que se avecinaba al tener un bebé en casa.

Si, los bebés lloran.

A las dos semanas de ser mamá me parecía que Emiliano lloraba todo el tiempo y por todo, aquello no era lo que había imaginado de la “maravillosa experiencia”, ahora a la distancia me doy cuenta que mis hormonas y mi alto nivel de cansancio me tenían en un punto extremo de sensibilidad, aunque sí, él lloraba todo el tiempo… ¿por qué? Simplemente porque los bebés lloran.

¡Ah, los pañales! Artículo de primera necesidad cuando tienes a un bebé en casa y que antes de su llegada ni te habrías imaginado el sinfín de situaciones que rodean algo tan simple como su cambio.

Seguro en algún “babyshower” se hace un juego en el que están involucrados y puede uno reír ante lo cómico de las situaciones que nunca se parecerán a la vida real, entonces no sabes lo que te espera: cambios de pañal cada dos o tres horas (so pena de tener que cambiar al pequeño de manera completa por alguna fuga, aunque realizar el cambio en corto tiempo tampoco garantiza que no se tenga que realizar un cambio completo); cambios de pañal en los lugares más inverosímiles y horarios más extraños; cambios de ropa no sólo del bebé sino tuyos también y algunos accidentes que implicaran una limpieza un poco más profunda.

Después de algunos meses casi es posible hacer un cambio de pañal con los ojos cerrados o medio dormida, hablando por teléfono, cargando bolsa y pañalera, resolviendo algún otro asunto y a una velocidad que dejaría perplejo a casi cualquiera.

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