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Cuando llegamos al mundo nuestras piernas no son capaces de sostenernos, es necesario que alguien nos lleve en brazos; con el transcurrir de los meses vamos ganando fuerza, habilidad y logramos sostenernos en nuestros pies y, ganando práctica, logramos caminar, trepar, correr y brincar. No caminamos de un día a otro.

En el andar de nuestra vida ¿qué tanto valoramos nuestros pequeños pasos cotidianos? Y es que con frecuencia nos desanimamos por no ver los resultados fantásticos de inmediato y con facilidad menospreciamos las “pequeñas” cosas que hacemos en el cotidiano.

Cabe aclarar que no llamo a la mediocridad de contentarnos con hacer lo mínimo, de esforzarnos poco o no hacer ningún sacrificio, sino el valorar cada paso que damos en el camino por ser lo que soñamos ser, de darte cuenta de las cosas que haces por ir hacia adelante (aún cuando creas que es poco o nada) y valorarlas en su justa dimensión, saber que lo que haces cuenta… y mucho.

Dicen que los girasoles buscan el sol y cuando está nublado, y el sol no es visible, se buscan entre ellos. ¿Cuándo se nubla nuestro cielo a quién buscamos?

Hay momentos en los que uno se da cuenta de lo solo o acompañado que está y de lo necesario que es contar con una red de apoyo, incluso cuando a los integrantes de la red de apoyo también les esté dando una tunda la vida, se sabe uno apoyado, contenido. Y no es que uno necesite a los demás para resolver todo, hay cosas que uno tiene que hacer por sí mismo e incluso en soledad (que es muy distinto a estar desolado), sin embargo se siente uno más fuerte o valiente si se sabe acompañado.

Depresión Posparto

 
Todas visualizamos e idealizamos la maternidad como un día soleado con helados, sin nubes y alegres risas, veinticuatro siete; sin embargo no siempre lo es. En especial, los primeros meses, en los que tratamos de encontrarle el modo al recién llegado pueden ser más bien como subirse a la montaña rusa…y sin cinturón de seguridad.
 
Y es que hay cosas que nadie te cuenta, (y a veces aunque te las cuenten podrías creer que exageran) por ejemplo, que pudieras sentirte muy triste y sin ganas de cuidar a ese bebé que tanto esperas, o que las lágrimas se te escapan bajo cualquier circunstancia o, en el peor de los casos, que podrías tener unas ganas desesperadas de salir corriendo y no regresar.

Imagínate de vacaciones 15 días seguidos, en plan todo incluido, en un lugar lejano de la cotidianeidad, la rutina, las obligaciones, los deberes y las personas tóxicas. Tú, acostado en un camastro con un pie en la blanca y suave arena, tomando el sol, escuchando las olas de ese mar que en calma refleja a las aves que cruzan el cielo, mientras disfrutas de un libro con una historia increíble y te refrescas con tu bebida favorita.

Lamentablemente las condiciones actuales nos alejan de un sueño como este, las largas vacaciones y el tiempo de ocio han dejado de ser una pausa necesaria para mantener la salud y el equilibrio y se han convertido en un lujo difícil de acceder.

Pero ¿qué hacer? En realidad es indispensable cambiar el switch, hacer una pausa en el camino, tomar aire diferente y encontrarnos en el ocio, en actividades que nos gusten, en lugares que nos estimulen, en un cambio de rutina que nos permita regresar a nuestras actividades habituales con energía, buena actitud y disposición a seguir adelante con los proyectos personales y laborales.

Recuerdo que mi madre siempre decía que “las vacaciones no son para no hacer nada, sino para cambiar de actividad” y tengo muy presente a un amigo mío que siempre dice que “cualquier día es un buen día para estar de vacaciones”, así que te propongo que aunque tengas un par de días de vacaciones (o más si eres muy afortunado), aproveches al máximo ese tiempo, no esperes a tener todas las condiciones favorables para las vacaciones soñadas y disfruta cada momento, ¿cómo? Aquí algunas ideas:

Vivimos en el mundo del “multitasking”, de la inmediatez, de entre más rápido mejor, en el que es común escuchar la frase de “todo se puede”.

Con frecuencia vivimos tratando de conseguir todo al mismo tiempo y lamentablemente más veces de las que podemos aceptar sólo logramos hacer un poco de todo, terminando cansados, agotados, frustrados, malhumorados, quizá hasta enfermos.

En algún momento de cansancio o de enfermedad derivado del “tener que” realizar mil y un tareas para conseguir el “todo” o “mantener el todo” de alguna voz escucharemos “todo se puede” y sin asertividad ni autoconocimiento dejaremos de lado las señales que nos indican que algo nos está sucediendo en el transcurso de la loca carrera por el “todo”.

¿De dónde salió aquello de “todo se puede” sin claúsulas, advertencias, excepciones, consideraciones o recomendaciones?

El mundo laboral presenta grandes retos, absorbe buena parte de nuestro tiempo y energías, invertimos recursos para dotarnos de conocimientos y desarrollar habilidades que nos permitan estar cerca del “éxito” laboral o profesional y tratamos de mantener un CV actualizado. Sin embargo, en este proceso de crecimiento profesional o laboral podemos pasar por alto la actualización de nuestro interior, dejando de lado, el fortalecer a quien estará con nosotros toda la vida: nosotros mismos.

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