Vivimos en el mundo del “multitasking”, de la inmediatez, de entre más rápido mejor, en el que es común escuchar la frase de “todo se puede”.
Con frecuencia vivimos tratando de conseguir todo al mismo tiempo y lamentablemente más veces de las que podemos aceptar sólo logramos hacer un poco de todo, terminando cansados, agotados, frustrados, malhumorados, quizá hasta enfermos.
En algún momento de cansancio o de enfermedad derivado del “tener que” realizar mil y un tareas para conseguir el “todo” o “mantener el todo” de alguna voz escucharemos “todo se puede” y sin asertividad ni autoconocimiento dejaremos de lado las señales que nos indican que algo nos está sucediendo en el transcurso de la loca carrera por el “todo”.
¿De dónde salió aquello de “todo se puede” sin claúsulas, advertencias, excepciones, consideraciones o recomendaciones?